sábado, 26 de septiembre de 2009

La Iglesia santafesina insistió: “La pobreza está instalada”


Al menos tres de cada diez chicos santafesinos hoy crecen en un hogar pobre.

Son los mismos que marchan en el camino de la desnutrición, las enfermedades y el analfabetismo; y que salen a pedir limosna casi al mismo tiempo que aprenden a caminar.


Éstos son los datos informados por el gobierno de la provincia, pero difieren de las cifras recabadas por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), que señalan que en el primer semestre de 2009 la pobreza descendió al 14,8 por ciento en el Gran Santa Fe (la mitad de lo que estima el Instituto Provincial de Estadística y Censos), mientras que un 5,2 lo hacía en la indigencia.


El arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, consultado sobre los números del Indec, reiteró que “la pobreza existe y está instalada”. También insistió en que “de un tiempo a esta parte comenzó a crecer al punto de que “estamos con un índice muy alto que golpea de modo especial a la niñez”.


El sacerdote lamentó que “aparezca ahora dibujada con números“ y manifestó: “Estas cosas no nos hacen bien. Todo esto es un signo de cierta debilidad institucional y el país necesita cifras en las que todos debamos creer”. Arancedo desconfió de los porcentajes publicados y entendió que “decir que ha bajado no se condice con la realidad. No hay elementos objetivos para poder decirlo y uno lo ve a diario en los pedidos que se registran en las iglesias”.


El arzobispo reflexionó: “La pobreza deja huellas psicosociales muy profundas e incapacita a las personas para superar esa instancia”.También se preocupó por la cantidad de personas que no cubren sus necesidades básicas y se encuentran sitiadas por “la droga y la falta de trabajo”. Al respecto consideró que cuando se combinan esos tres factores debilitan mucho los niveles de la educación por lo que solicitó a la sociedad “presentar alternativas a los jóvenes para que se sientan parte de un proyecto”.


Arancedo destacó que los ciudadanos son en parte responsables de cambiar esta realidad y recalcó: “A los gobiernos los hemos votado y somos nosotros los que tenemos que empezar a pensar un proyecto de país distanciado del proyecto personal”.


En una de sus últimas homilías el sacerdote recordó el mensaje del Papa en el cual llamaba a reducir “el escándalo de la pobreza”. En este sentido, el prelado señaló: “Creo que fue bueno si sirvió para plantear la exigencia moral y política de una situación que debemos asumir. No se trata sólo de números de una estadística sino de personas, no hay pobreza hay pobres”.


En relación a los dígitos informados por el Indec indicó. “Debemos lamentar la falta de índices objetivos que nos impiden un diálogo serio sobre esta realidad. Esto es, lamentablemente, un signo de pobreza institucional en nuestro país. Lo que no podemos negar, porque sería un acto necio e irresponsable, es que el drama de la pobreza que venía decreciendo, es cierto, pero que ha crecido últimamente. Este hecho que surge de las estadísticas, me lo dice también la gente de Cáritas que tiene un contacto personal y permanente con esta realidad”.


Un esfuerzo de todos“La pobreza no puede quedar librada a actos de caridad o generosidad individual o de instituciones de bien, sino que se trata de un tema que hace a la justicia social y, por ello, pertenece a la sociedad políticamente organizada. La caridad no puede ocupar el lugar de la justicia, sino que la presupone y perfecciona.


La pobreza, por otra parte, engendra más pobreza y esto lleva a la marginalidad. Es decir, la falta de medios en la que viven muchas personas a causa de la pobreza las aísla”, concluyó Arancedo.


Fuente: Diario Uno de Santa Fe

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