martes, 8 de junio de 2010

Documento sobre la atención Pastoral de las personas homosexuales (Resumen)

Los antecedentes

La declaración del 29 de Noviembre de 1975 recalcaba el deber de comprender la condición homosexual y de juzgar con prudencia la culpabilidad de los actos; tenía también en cuenta la distinción entre condición o tendencia homosexual y los actos homosexuales.

Se tiende a privar a éstos últimos de su finalidad esencial e indispensable de intrínsecamente desordenados.

La particular inclinación de la persona homosexual, aunque en sí no sea pecado, constituye una tendencia a un comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral. La inclinación se ha de considerar objetivamente desordenada.

Las causas que han suscitado confusión con respecto a la enseñanza de la Iglesia son, entre otras, las afirmaciones de que la Biblia no tiene nada que decir sobre ello o que sus prescripciones morales están circunscritas a condiciones culturales e históricas.

Sin embargo, en la Biblia persiste una evidente coherencia a la hora de tratar el comportamiento homosexual: el Génesis muestra al hombre como creatura de Dios, hecho a imagen suya; el hombre y la mujer cooperan con Dios en la transmisión de la vida mediante la recíproca donación esponsal.

La imagen de Dios en el hombre se encuentra oscurecida por el pecado original, tal deterioro se continúa desarrollando en la historia de los hombres de Sodoma.

El Levítico afirma que al pueblo de Dios no puede pertenecer quien tiene un comportamiento homosexual.

San Pablo, por su parte, presenta tal conducta como ejemplo de la ceguera en que ha caído la humanidad a causa de la idolatría.

La Iglesia defiende que sólo en la relación conyugal puede ser moralmente recto el uso de la facultad sexual. El elegir una actividad sexual con una persona del mismo sexo anula el simbolismo, el significado, el fin y el designio del Creador en relación con la realidad sexual.

La actividad homosexual es un obstáculo para la propia realización y felicidad por ser contraria a la sabiduría creadora de Dios.

Grupos de presión

Hay grupos que tratan de presionar a la Iglesia para que acepte la condición homosexual como si no fuera desordenada y para que legitime los actos homosexuales. Tales ataques son prueba de una ideología materialista, que niega la naturaleza trascendente de la persona humana y la vocación sobrenatural de cada individuo.

Los ministros de la Iglesia deben lograr que las personas homosexuales a ellos confiadas no se dejen llevar por estas opiniones.

Dentro de la Iglesia hay también grupos de presión que se presentan como representantes de los homosexuales católicos; se critica a la Iglesia de cometer una injusta discriminación.

Los grupos de presión cuentan incluso con el apoyo de algunos pastores, que pretenden cambiar la legislación de algunas naciones.

La Iglesia es consciente de la incidencia social y familiar que tendría el equiparar la actividad homosexual a la expresión sexual del amor conyugal.

Llamados a vivir la castidad

Se ha de evitar la presunción infundada y humillante de que el comportamiento homosexual es siempre y absolutamente sujeto de coacción y carente de culpabilidad.

Se ha de reconocer en ellos la libertad fundamental característica de la persona humana.

Tales personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, uniendo todo sufrimiento y dificultad al sacrificio de la cruz del Señor: para el creyente, la cruz es un sacrificio fructuoso, pues de ella proviene la redención.Los homosexuales que tratan de seguir a Cristo están también llamados, como cualquier otro cristiano, a vivir la castidad; cuentan con el sacramento de la penitencia para recibir la gracia de Dios.Los obispos tienen la obligación de que los sacerdotes estén rectamente informados y bien dispuestos a comunicar a cada fiel la doctrina de la Iglesia en su integridad.

Cura pastoral

Los obispos deben promover en su diócesis una pastoral que esté en total consonancia con el Magisterio de la Iglesia.

Se han de evitar asociaciones de homosexuales que no establezcan claramente que la actividad homosexual es inmoral.

Una actitud verdaderamente pastoral implica la necesidad de evitar a las personas homosexuales ocasiones de pecado.

Dichos programas pastorales deben incluir la ayuda espiritual, la frecuente práctica del sacramento de la penitencia, la oración, el testimonio, el consejo y la ayuda individual. Puede también incluirse la ayuda de ciencias psicológicas, sociológicas y médicas dentro de la plena fidelidad al Magisterio.

La Iglesia insiste en que tanto el heterosexual como el homosexual tienen una misma identidad fundamental: el de ser creaturas y, por gracia de Dios, herederos de la vida eterna.

Todos los teólogos católicos y los ministros, están obligados a ser fieles al Magisterio.

Es apropiada la promoción de programas de catequesis basados en la verdad acerca de la sexualidad humana y su relación con la vida familiar como lo enseña la Iglesia. Se retirará todo apoyo a cualquier organización que subvierta la verdad de la enseñanza del Magisterio, incluyendo a escuelas y universidades católicas.

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