martes, 30 de marzo de 2010

MIÉRCOLES SANTO

Isaías 50, 4-9
Con las palabras del profeta Isaías, nos habla el Salvador de su conformidad con la voluntad del Padre, sobre la decretada Pasión y MuerteSan Mateo 26, 14-25 ¡Ay de aquél por quien el Hijo del hombre va a ser entregado!

La traición de Judas.
Parece que fue el miércoles de esta semana cuando Judas contrató con los dignatarios de Jerusalén la venta de Jesús. ¡Qué vileza! Un apóstol, un amigo de Jesús, y un amigo especialmente querido, vende a su Divino Maestro.

No hay nada que más conturbe nuestro corazón como el vernos traicionado por una persona que, bajo la capa de amistad y amor fingido, amenaza nuestros intereses y nuestra misma vida.

¿Cómo llegó Judas a ese miserable estado? Porque Judas sería bueno en un principio; y no hemos de suponer que Jesús escogiese para Apóstol a un hombre malo. Judas se dejó arrastrar por una pasión; y una pasión no enfrenada conduce a los más degradantes excesos. Y en Judas fue la pasión del dinero.

¡Cuántos hoy día, por la pasión de adquirir riquezas, atropellan los derechos de la más elemental justicia y rebajan su propia dignidad! ¿Qué queréis darme, dijo Judas a los enemigos de Jesús, y yo le pondré en vuestras manos?. Como si dijese: Dadme lo que queráis, deseo dinero, y estoy dispuesto a todo por adquirirlo.

Judas llevaba, diríamos hoy, la contabilidad de las limosnas que recibía el Colégio Apostólico; y aquel puñado de dinero, tantas veces visto, tocado y manoseado, arrastró tras sí su corazón. No quiso escuchar los avisos que le dirigían Jesús y, seguramente también, su bendita Madre, y de un abismo fue precipitándose a otro abismo hasta llegar a lo más profundo de la degradación. ¡A dónde puede conducir una pasioncilla no reprimida y sujetada a tiempo!

¡Cuántas víctimas hace una pasión cualquiera! En unos será la avaricia como a Judas; en otros, el deseo de venganza; en otros la deshonestidad.

Reza hoy tres Padrenuestros:
Por las víctimas de la avaricia, que a tantos seduce y engaña.
Por las víctimas de la sensualidad que reina en el mundo.
Por las víctimas del respeto humano, que a tantos retrae del cumplimiento de sus deberes religiosos

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