jueves, 9 de septiembre de 2010

MÁS POR MENOS




El próximo fin de semana se realiza en todo el país la tradicional Colecta Más por Menos. Esta colecta surge como una respuesta de comunión hacia las zonas de mayores desniveles sociales y económicos del país. Hoy, desgraciadamente, continúan aquellos desniveles, con el agravante, en algunos casos, del paso de la pobreza a la marginalidad. No nos toca como Iglesia dar soluciones técnicas, aunque si al cristiano comprometido desde su fe, a través de estructuras sociales y políticas, buscar caminos que permitan dar respuestas a estas necesidades.

Pero, como Iglesia, no podemos dejar de acompañar con la palabra, la presencia y la ayuda esta realidad. La Colecta Más por Menos, en cuanto es un llamado a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, quiere ser un testimonio de solidaridad. Su base doctrinal es el principio de la moral social cristiana que dice: todo hombre es mi hermano; su marco espiritual, un gesto de comunión fraterna con quienes menos tienen.

El lema propuesto nos presenta un camino que, por su necesidad y urgencia, no admite ausencias: "Construyamos una historia sin excluidos". Hay un aspecto de denuncia, pero también de propuesta y docencia en este lema; él nos invita a revertir una actitud de individualismo e indiferencia que quiebra el sentido de pertenencia y de solidaridad. Pensar en el otro, aunque estemos padeciendo alguna necesidad, es signo de grandeza moral y espiritual. La denuncia se refiere al tema de la exclusión como realidad de injusticia que nos interpela; la propuesta, en cambio, nos habla de construir, de sentirnos protagonistas, desde el lugar social en que nos encontremos. Pensar en estos términos requiere ser coherentes con el principio de la dignidad de todo hombre y de asumir, además, la exigencia de valores morales y sociales que no lleve a privilegiar el bien del otro y el sentido de la justicia. Si nos abrimos a esta realidad es posible pensar y construir una sociedad sin excluidos.

Qué nos pide Más por Menos? En primer lugar quiere provocar en la sociedad una actitud nueva, que nos ayude a crear las condiciones de una cultura de la solidaridad. A este aspecto fundamental se le agrega un pedido concreto de ayuda económica, que permita acompañar a nuestros hermanos de zonas más necesitadas. Con cuánta gratitud es recibido este aporte que nace en el corazón de un donante anónimo, que sólo es reconocido por su generosidad. Por ello, qué importante es darle a este gesto el valor de un acto de amor hacia el hermano que sufre. San Pablo nos dice que en nuestras relaciones: "la única deuda con los demás sea la caridad" (Rom. 13, 8). Qué linda imagen, la caridad como una deuda permanente con el otro. En esta línea creo que debemos vivir el sentido de esta Colecta, no es una dádiva ni dar algo, sino compartir algo con alguien. Al dar a mi gesto de ayuda el sentido de un acto de amor personal elevo a mi hermano, pasa a ser alguien. Esto, también nos hace bien a nosotros.

Esperando que la Colecta de este año encuentre corazones bien dispuestos y generosos para compartir con quines menos tienen, les hago llegar junto a mi afecto y oraciones, mi bendición de Padre y amigo en el Señor.

Mons. José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

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