lunes, 17 de agosto de 2009


“No les digo que entreguen todo. No. Disfruta de lo tuyo pero, una vez hayas cubierto tu propia necesidad, has algo necesario con lo inútil y superfluo y distribúyelo entre los que se mueren de hambre y tiritan de frío. Mándalo por medio de ellos a tu verdadera patria: ellos serán tu mejor correo, para que cuando regreses allí, lo encuentres todo preparado. Todo lo que pongas en manos de los pobres lo depositas en un granero seguro que es la mano misma de Dios”.

“El compartir radica en la naturaleza misma del cristiano. Lo suficiente se define por la necesidad de aquellas cosas sin las que no es posible vivir. Nada pretende quitarte el sustento necesario; pero estoy hablando de sustento no de deleites; estoy hablando de vestirse no del lujo en el vestir. O por mejor decir, si miramos las cosas hasta el fondo, el mayor placer está en la sobriedad. Lo que hace al hombre rico no es el mucho tener, sino el no necesitar de mucho”.

“No nos contentemos con traer dinero a la Iglesia, sino miremos si procede de un justo trabajo”.

“No hablo así porque la riqueza sea un pecado. El pecado está en usar mal de ella no repartiéndola entre los pobres. Dios no ha hecho nada malo. Todo es bueno y muy bueno. También las riquezas a condición de que no dominen a quienes la poseen y remedien la pobreza... no es verdadera riqueza la que no destierra la pobreza sino que la aumenta”.

San Juan Crisóstomo
(la imagen del Barrio Santa Rosa corresponde al "Diario el Litorial)


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