San Roque nació en Montpellier hacia 1.295 y murió en 1.327. Pertenecía a una familia noble y su padre era el Gobernador de la ciudad. Se cuenta que en su nacimiento acontecieron hechos extraordinarios que presagiaban su futura santidad.
Cuando murieron sus padres contaba unos 20 años de edad, encomendó a su tío el gobierno de Montpellier, distribuyó sus riquezas entre los pobres y viajó a Italia con el objeto de poder visitar en Roma el sepulcro de los Santos Apóstoles. Cuando llegó a Aquapendente la peste había afectado toda la región y San Roque se dedicó a curar a los enfermos haciéndoles la señal de la Cruz. Lo mismo hizo en Cesena y en cuantos lugares estaba.
Tras visitar Roma fue a Mantua, Módena, Parma y otras ciudades italianas curando a los apestados. Cuando estuvo en Piacenza San Roque contrajo la peste y, retirado a una choza, curó milagrosamente. De regreso a Francia cuando llegó a Montpellier, que se encontraba en guerra, fue tomado por un espía y encarcelado; al cabo de cinco años murió. Tras su muerte, algunos cuentan que sus reliquias fueron llevadas furtivamente a Venecia donde se veneran.
En 1.414, durante el Concilio de Constanza, la peste estalló en la ciudad. Los Padres del Concilio invocaron a San Roque con plegarias y procesiones y la peste cesó inmediatamente en la ciudad.
El Papa Urbano VIII aprobó el oficio eclesiástico que se reza el día del santo y Paulo IV elevó a archicofradía la de San Roque con facultad de agregar otras asociaciones y otros pontífices exaltaron la labor del Santo entre los cuales destacan Pio IV, Gregorio XIII y Gregorio XIV.
En 1.414, durante el Concilio de Constanza, la peste estalló en la ciudad. Los Padres del Concilio invocaron a San Roque con plegarias y procesiones y la peste cesó inmediatamente en la ciudad.
El Papa Urbano VIII aprobó el oficio eclesiástico que se reza el día del santo y Paulo IV elevó a archicofradía la de San Roque con facultad de agregar otras asociaciones y otros pontífices exaltaron la labor del Santo entre los cuales destacan Pio IV, Gregorio XIII y Gregorio XIV.
Saludamos a todos los fieles de la Capilla San Roque y especialmente a los que trabajan por sostenerla
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